La ausencia
He pensado mucho en esa forma de amor que se transforma y me ayuda a mitigar la ausencia. La ausencia es directamente proporcional a nuestra cercanía con ese ser vivo. Ya no lo vamos a escuchar gritar, reír, cantar, hablar, decir tonterías, ladrar, gruñir, ronronear, etc. La ausencia se puede partir como si fuera una torta o pastel, como algo sano que se debe empezar a dejar ir a ese que se fue. Poco a poco. Hasta que lo haya dejado ir por completo, y su ausencia no nos siga taladrando el corazón. Cuando hablo de ausencia me acuerdo mucho de mi perro Ciro. Era un ser especial, arbitrario, y que nunca se sintió como un perro. Era parte de mi familia, mi casa era su casa y su bienestar era prioridad. Los últimos meses de Ciro fueron traumáticos. Por eso su ausencia aún se nota. Se enfermó y en su enfermedad, no acusé una posible ausencia. Nunca lo contemplé. En esa enfermedad yo lo lidié: con sus medicinas, con sus recaídas, una efímera recuperación y la última caída.
Ciro se fue como llegó. No me avisó. Me despedí de él y
él de mí. Adiós a él, a mi abuelo, a mi abuela y los que se seguirán yendo. Con
casi 30 años, las ausencias ya las sé lidiar.
*Ensayo escrito, registrado y publicado por Luis Fernando Polo Makacio, el 17 de enero de 2021. Cualquier intención de publicación de este ensayo, debe contar con permiso de su propietario y autor(Luis Fernando Polo Makacio). De lo contrario estaría incurriendo en violación a derechos de autor.
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